Las enfermedades cardíacas describen una gama de enfermedades que afectan el corazón. Las enfermedades clasificadas como enfermedades cardíacas comprenden enfermedades de los vasos sanguíneos, como enfermedad de las arterias coronarias, problemas con el ritmo cardíaco (arritmias) y defectos cardíacos con los que has nacido (defectos cardíacos congénitos), entre otros.
El término «enfermedad cardíaca» se usa a menudo de manera indistinta al término «enfermedad cardiovascular». «Enfermedad cardiovascular» a menudo hace referencia a enfermedades que implican un estrechamiento o bloqueo de los vasos sanguíneos que puede provocar un ataque cardíaco, dolor en el pecho (angina de pecho) o accidente cerebrovascular. Otras enfermedades cardíacas, como aquellas que afectan los músculos, las válvulas o el ritmo cardíacos, también se consideran formas de enfermedad cardiaca.
Los síntomas de la enfermedad cardiovascular pueden ser diferentes para los hombres y las mujeres. Por ejemplo, los hombres son más propensos a padecer dolor en el pecho; las mujeres pueden tener otros síntomas junto con el malestar en el pecho, como dificultad para respirar, náuseas y fatiga extrema.
Los síntomas pueden incluir los siguientes:
El envejecimiento aumenta el riesgo de que las arterias se dañen y se estrechen, y de que el músculo cardíaco se debilite o engrose.
Los antecedentes familiares de enfermedades cardíacas aumentan tu riesgo de padecer enfermedad de las arterias coronarias, especialmente, si uno de tus padres la desarrolló a temprana edad (antes de los 55 años para un familiar hombre, como tu hermano o tu padre, y antes de los 65 años para un familiar mujer, como tu madre o hermana).
En general, los hombres corren mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Sin embargo, el riesgo para las mujeres aumenta después de la menopausia.
La nicotina contrae los vasos sanguíneos, y el monóxido de carbono puede dañar su revestimiento interno, lo que los vuelve más propensos a la aterosclerosis. Los ataques cardíacos son más frecuentes en fumadores que en no fumadores.
Una dieta con alto contenido de grasas, sal, azúcar y colesterol puede contribuir a causar la enfermedad cardíaca.
El exceso de peso normalmente empeora otros factores de riesgo.
La presión arterial alta no controlada puede producir el endurecimiento y el engrosamiento de las arterias, lo que estrecha los vasos por los que circula la sangre.
La falta de ejercicio también está asociada con muchas formas de enfermedad cardíaca y con algunos de sus otros factores de riesgo.
Los niveles altos de colesterol en sangre pueden aumentar el riesgo de que se formen placas y de aterosclerosis.
El estrés sin tratar puede dañar las arterias y empeorar otros factores de riesgo de enfermedades cardíacas.
La diabetes aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas. Ambas afecciones comparten factores de riesgo similares, como obesidad y presión arterial alta.
No lavarte las manos de forma regular y no generar otros hábitos que pueden ayudarte a prevenir las infecciones víricas o bacterianas puede ponerte en riesgo de contraer infecciones cardíacas, especialmente, si ya tienes una afección cardíaca no diagnosticada.
La higiene dental deficiente también puede contribuir a las enfermedades cardíacas.
Los tratamientos para las enfermedades cardíacas varían según la afección.
Cambios en el estilo de vida. Entre ellos, seguir una dieta con bajo contenido de grasa y bajo contenido de sodio, hacer por lo menos 30 minutos de ejercicio moderado la mayoría de los días de la semana, dejar de fumar y limitar el consumo de alcohol.
Medicamentos. Si los cambios en el estilo de vida no son suficientes, es posible que el médico te recete medicamentos para controlar la enfermedad cardíaca. El tipo de medicamentos dependerá del tipo de enfermedad cardíaca.
Procedimientos médicos o cirugía. Si los medicamentos no son suficientes, es posible que el médico te recomiende procedimientos específicos o una cirugía. El tipo de procedimiento dependerá del tipo de enfermedad cardíaca y del grado de daño al corazón.
Vitamina B: Es importante para el metabolismo de proteínas. Ayuda a la formación de glóbulos rojos en la sangre y al mantenimiento del sistema nervioso central.
Vitamina C: actúa como antioxidante, al ayudar a proteger a las células contra los daños causados por los radicales libres y conservar las paredes de las arterias en buen estado.
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